“EL MILLONARIO DESCUBRE A SU EMPLEADA PROTEGIENDO A SU HIJA ESPECIAL Y SU CORAZÓN CAMBIA PARA SIEMPRE”

—¡No sabes lo que haces, Eduardo! —gritó Verónica mientras se la llevaban esposada.
—Sí, Verónica —respondió él con frialdad—. Por fin sé lo que hiciste.

Camila corrió hacia Paloma, temblando. Eduardo la miró con lágrimas contenidas.
—Mi hija… ¿te trató bien?
Paloma se arrodilló y acarició el cabello de la niña.
—Ella solo necesitaba amor.

Eduardo se quedó en silencio unos segundos. Luego, ante todos, dijo:
—Paloma, tú te quedas. No como empleada… sino como quien salvó lo más valioso que tengo.

Meses después, la historia se convirtió en noticia.
La antigua sirvienta que había descubierto el complot fue nombrada directora de la fundación “Luz de Camila”, dedicada a proteger a niños víctimas de abuso.
Y cada tarde, en el jardín de la enorme residencia, podía verse a Eduardo y Paloma jugando con Camila, que reía libre, bajo el sol, sin miedo.

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