“EL MILLONARIO DESCUBRE A SU EMPLEADA PROTEGIENDO A SU HIJA ESPECIAL Y SU CORAZÓN CAMBIA PARA SIEMPRE”

La niña la miró desconfiada.

—Camila.

—Camila… qué nombre tan bonito. Yo soy Paloma. ¿Por qué estabas llorando?

Camila señaló hacia su pancita.

—Me duele.
—¿Tienes hambre?

La niña asintió con la cabeza.

—¿A qué hora comiste?
—No comí.

Paloma miró el reloj: la 1 de la tarde.

—¿No desayunaste?
—Verónica se olvidó… se olvidó.

—¿Cómo alguien se olvida de darle comida a una niña? Ven, vamos a buscar algo rico para ti.

Camila dudó, pero tomó la mano de Paloma.

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