ÉL ME PIDIÓ EL DIVORCIO EN NAVIDAD. SU FAMILIA APLAUDIÓ HASTA QUE PROBARON SU PROPIO VENENO…
Entonces nos vemos en el juzgado”, respondió Camila con una calma aterradora. “Y ahí presentaré todas las pruebas, incluidas las que no están en estas carpetas.” Sacó su teléfono y comenzó a deslizar fotos en la pantalla. Tengo más fotos, más videos, grabaciones de audio donde planean cómo quitarme todo, mensajes donde Sofía dice que soy estúpida por no darme cuenta, facturas de un collar de 3400 pesos que nunca vi porque se lo regalaste a ella. Ricardo palideció aún más.
Tengo pruebas de que usaste nuestra tarjeta compartida para pagar cenas románticas con ella. Eso es fraude conyugal, Ricardo. La licenciada me explicó que podría incluso demandarte penalmente por eso, hijo. Don Arturo se levantó lentamente. Su voz sonaba cansada, decepcionada. Todo esto es verdad. Ricardo miró a su padre, luego a su madre, luego a los tíos, primos, la abuela. Todos lo miraban con una mezcla de vergüenza, asco y tristeza. Yo, papá. Ella no entiende. Sofía y yo nos enamoramos.
Estas cosas pasan. No fue planeado. 8 meses no fue planeado, interrumpió doña Hortensia. Su voz temblaba de rabia contenida. 8 meses de mentirle a tu esposa, de traer a esa mujer a tu cama, de gastar el dinero de los dos en hoteles. Mamá, no me digas mamá. La señora se puso de pie, sus ojos llenos de lágrimas. Te crié mejor que esto, Ricardo. Te enseñé a respetar a las mujeres. Tu padre y yo llevamos 37 años casados y jamás, jamás le he faltado así.
Don Arturo puso una mano en el hombro de su esposa, pero él también tenía los ojos húmedos. Y lo peor, continuó doña Hortensia señalando a Camila, es que yo aplaudí. Yo aplaudí cuando dijiste que querías divorciarte porque te creí, porque pensé que ella era el problema. Se giró hacia Camila. Mi hija, yo, perdóname, de verdad, perdóname por no verte, por no preguntarte, por creer las mentiras de mi hijo. Camila asintió levemente, pero su expresión seguía siendo fría.
No iba a perdonar tan fácil. No todavía. La tía Lupita se levantó y caminó alrededor de la mesa hasta quedar frente a Ricardo y entonces le dio una bofetada. El sonido resonó en el comedor como un disparo. “Eres una vergüenza”, le dijo. “Una vergüenza para esta familia.” El primo Javier también se levantó. “Hermano, yo te defendí. Cuando dijiste que Camila era difícil, yo te creí. Le dije a mi esposa que Camila era controladora y todo era mentira.