El HIJO del MILLONARIO era CIEGO… hasta que una NIÑA sacó de sus ojos algo que nadie podía imaginar

María lo miró sorprendida. “¿Por qué habrías de mirarte con lástima?”, preguntó, desconcertada. “No eres alguien que asuste, solo que… aún no puedes ver”, dijo Elías, con una mirada triste.

“¿Cómo puedo ayudarte?”, preguntó María, con una seguridad que hizo que Elías se enderezara de inmediato. “¿Ayudarme? ¿Cómo podrías ayudarme tú?”, dijo Elías, incrédulo.

“No soy doctora”, explicó María, “pero sé que hay alguien que puede hacer más que cualquier médico. ¿Te refieres a Dios?”, preguntó Elías, entrecerrando los ojos. “No lo llamo por su nombre”, dijo ella, suavizando su voz. “Solo sé que hoy puedo devolverte lo que perdiste.” Elías no sabía qué pensar, pero había algo en la tranquilidad de María que lo hacía sentir que tal vez, solo tal vez, estaba dispuesto a creer en lo imposible.

En ese momento, Alejandro Molina, el padre de Elías, observaba desde lejos. Su rostro estaba tenso. No podía soportar ver la imagen de su hijo con los ojos vacíos, por eso había comprado los lentes oscuros. Para protegerse, no solo a Elías, sino a él mismo. La idea de su hijo ciego era una que no podía aceptar. Y ahora, una niña descalza se acercaba a su hijo, hablándole. Alejandro se puso rígido y, aunque no entendía lo que pasaba, tenía la mano sobre el teléfono, listo para llamar a seguridad.

Mientras tanto, María extendió su mano hacia Elías, tocando suavemente su rostro. “¿Puedo?”, preguntó en voz baja. Elías dudó, pero asintió, retirándose lentamente los lentes oscuros. Lo que vio a continuación sorprendió a María, pero no a ella. Era algo que ella ya sabía, algo que había estado esperando.

Con suavidad, tocó el ojo de Elías, y lo que ocurrió después fue casi mágico. Un extraño susurro comenzó a llenar el aire, como si una neblina invisible se estuviera separando de los ojos de Elías. Un hilo casi invisible salió de su ojo, y María lo retiró con tanto cuidado que ni siquiera Elías sintió dolor. La delgada película que salió de su ojo brilló bajo el sol, reflejando los colores del arcoíris.

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