Era la sensación de haber criado a un extraño, a alguien que no tenía ni la más mínima idea de los sacrificios que había hecho por él. Pero a pesar de todo, seguía siendo mi hijo. Y hace un mes, cuando Marcus me dijo que quería casarse con Alondra, decidí hacer el gesto más grande de mi vida. Contacté a mi abogado y preparé la transferencia de 120 millones.
Era prácticamente toda mi fortuna líquida, mi regalo de bodas para ellos. ¿Estás segura de esto, señora Evangelina? Me había preguntado mi abogado. Es una cantidad muy considerable. Yo le respondí que sí, que estaba completamente segura. Pensaba que quizás ese gesto final de generosidad haría que Marcus recordara quién había sido su madre realmente, que Alondra finalmente entendería que yo no era su enemiga. El timbre de la puerta me sacó de mis recuerdos.
Era mi estilista con una caja grande bajo el brazo. Evangelina querida, ¿qué pasó? Me preguntó con genuina preocupación cuando vio mi cabeza calva. Un pequeño accidente. Mentí. Necesito que me ayudes a verme presentable para la boda de mi hijo. Mientras ella trabajaba en colocarme la peluca perfectamente, me miré en el espejo y tomé una decisión.
Iba a ir a esa boda, iba a sonreír, iba a felicitar a los novios, iba a dar mi discurso en el brindis. Pero algo había cambiado dentro de mí esa mañana, algo que no había calculado cuando decidió humillarme. Llegué a la iglesia una hora antes de la ceremonia. Mi peluca estaba perfectamente peinada, mi vestido azul marino impecable y por fuera parecía la madre orgullosa que todos esperaban ver.
Pero por dentro sentía como si llevara un peso enorme en el pecho que me hacía difícil respirar. La iglesia estaba siendo decorada con flores blancas y doradas. Todo era elegante, caro, perfecto, exactamente lo que Alondra había soñado. Me senté en una de las bancas del fondo, observando a los trabajadores colocar los últimos detalles cuando escuché voces familiares viniendo del vestíbulo lateral. Era Marcus hablando con alguien por teléfono.
Su voz sonaba tensa, preocupada. No, no puedes venir ahora decía. La ceremonia es en una hora. Hablaremos después de la luna de miel. Te lo prometo. Algo en su tono me hizo levantar y caminar silenciosamente hacia donde venía su voz. Estaba escondido detrás de una columna dándome la espalda. “Sí, ya sé que es difícil mantenerlo en secreto”, continuó.
“Pero una vez que tengamos el dinero de mamá, todo será diferente. Podremos estar juntos sin tener que escondernos. Sentí como si alguien me hubiera golpeado en el estómago, de qué dinero estaba hablando y con quién quería estar sin esconderse. Escucha, Valeria, siguió diciendo Marcus, y mi mundo se tambaleó completamente. Después de hoy todo cambiará.
Mamá va a transferir 120 millones. Con esa cantidad podemos irnos a donde queramos, hacer lo que queramos. Solo necesito que tengas paciencia unas semanas más. Valeria, conocía ese nombre. Era su secretaria, una mujer de apenas 25 años que trabajaba en su oficina, una mujer con la que aparentemente mi hijo tenía una relación secreta mientras se preparaba para casarse con Alondra.
Me acerqué más, mi corazón latiendo tan fuerte que temía que pudiera oírme. Alondra no sospecha nada, continuó Marcus. Está tan obsesionada con esta boda perfecta. que no se da cuenta de nada más. Y mamá, bueno, mamá está tan desesperada por complacerme que haría cualquier cosa por verme feliz. Esas palabras me atravesaron como cuchillos.
desesperada por complacerlo. Era así como me veía mi propio hijo. No, no me siento mal por esto, dijo Marcus respondiendo obviamente a algo que Valeria le había preguntado. Alondra sabía exactamente lo que hacía cuando se metió conmigo. Ella solo quiere el dinero también. Es un matrimonio de conveniencia para ambos. Y mamá, ella ha tenido una buena vida.
Ya es hora de que disfrute de su jubilación sin preocuparse por los negocios. jubilación, como si yo fuera una empleada que había cumplido su tiempo de servicio y ahora podía ser descartada con una pequeña pensión. La conversación continuó y cada palabra era peor que la anterior. Marcus había planeado todo esto.
El matrimonio con Alondra era una farsa para obtener mi dinero. Su relación con Valeria era real, pero secreta hasta que tuviera los recursos para divorciarse y empezar una nueva vida. Después de la transferencia, esperaremos unos meses”, explicaba Marcus con una frialdad que no reconocía en mi hijo.