**Mi queridísima hijita,**
**Toda tu vida, partí nueces para que tus manitas no se ensuciaran.** Odiabas las manchas marrones en la piel, y me encantaba darte mitades limpias y perfectas. Quería pelarte la piel una última vez.
Crees que no entiendo tu mundo. Tal vez. Pero recuerdo cuando tu mundo tenía los colores de las ceras y el tamaño de nuestra mesa de la cocina. Estas cosas vienen de ahí: el anillo que me regaló tu abuelo por nuestro quinto cumpleaños; la flor que me pusiste detrás de la oreja cuando tu revisión del corazón salió bien; el dedal al que llamabas “el sombrerito de metal”. Las he guardado para el día en que necesites que te remenden.
Hay una llave. Abre el pequeño baúl de cedro en mi armario. Dentro, el resto de tu sorpresa. Si ya no estoy aquí cuando leas esto, perdona mi empaque anticuado. Quería que tuvieras que sentarte para abrirlo, como solíamos sentarnos después de cenar.
Cómete una nuez por mí. Fortalecen el corazón. Siempre ha sido así.
Te quiero más de lo que cualquier fiesta podría albergar.
— Abuela (Lily)
## El baúl de cedro
Me dejaron salir con moretones e instrucciones. El primer lugar al que fui —antes de volver a casa— fue la casa de la abuela. La llave giró con un clic familiar. Dentro del baúl: colchas dobladas, una pila de tarjetas de recetas, un frasco de botones clasificados por color y un sobre grande con mi nombre.
También había una libreta de espiral titulada **El gran libro de los frutos secos**. Página tras página, la abuela anotaba los ahorros que había acumulado a lo largo de los años: propinas recibidas por arreglar la ropa de una vecina, ahorros conseguidos remendando en lugar de comprar ropa nueva, pequeños golpes de suerte guardados. No eran sumas enormes, pero eran esos números que acaban acumulándose cuando nadie mira.
Dentro del sobre: una libreta bancaria a mi nombre, suficiente para cubrir los pagos del préstamo estudiantil que en secreto temía. Detrás, una lista escrita a mano:
* El primer mes de alquiler si tienes que empezar de cero.
* Una clase que te da miedo tomar.
* Una tarjeta de supermercado para alguien que la necesite más.
* Un ramo de flores para tu madre. De mi parte.