Durante una visita a la clínica, un médico observa que una adolescente se comporta de forma extraña cerca de su padre. Una ecografía pronto revela algo profundamente perturbador…

“No… no es eso”.

La doctora movió el transductor por su abdomen, examinando cada zona. Todo parecía normal, hasta que notó algo inesperado: un saco gestacional. Laura estaba embarazada, probablemente de unas doce semanas.

La respiración de la chica se aceleró. Valeria bajó el transductor y se sentó a su lado.

“Laura… quiero que sepas que estás a salvo aquí. Necesito que me digas si querías esto, si estás de acuerdo con este embarazo.”

La adolescente rompió a llorar.

“Yo… yo no lo sabía. Y no puedo decir nada. Él…” Se tapó la boca con la mano. “No puedo.”

El corazón de Valeria se aceleró. Su mente repasó todos los protocolos de protección infantil. Tenían que actuar con cuidado, pero rápido.

“Laura, mírame”, dijo con dulzura. “Pase lo que pase, puedo ayudarte. Nadie tiene derecho a hacerte daño.”

La puerta se abrió de golpe. Ernesto asomó la cabeza con impaciencia.

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