Durante la firma del divorcio, mi ex y su prometida se burlaron de mi vestido de segunda mano. “Estás atrapada en el pasado”, se burló, ofreciéndome un acuerdo de 10.000 dólares. Pensó que estaba acabada hasta que sonó el teléfono. Un abogado me informó que mi difunto tío abuelo me había dejado su imperio multimillonario… con una condición impactante.

Asentí lentamente, preparándome para la trampa.

“El Sr. Whitmore especificó que debes ejercer como director ejecutivo de Whitmore Industries durante al menos un año completo”, explicó. “No puedes vender ni delegar tus acciones durante ese tiempo. Solo después de doce meses consecutivos sin escándalos ni quiebras financieras, la herencia será completamente tuya”.

Lo miré fijamente. “Soy… profesor de arte. Nunca he dirigido una empresa”.

“Tu tío lo sabía”, dijo David. “Creía que tu integridad, libre de codicia, podría restaurar el alma de la empresa”.

Se me escapó una risa amarga. “O quería ponerme a prueba desde el más allá”.

David sonrió levemente. “También te dejó una nota”. Me entregó una página escrita con la elegante y deliberada letra de mi tío.

Emma,
construí un imperio, pero perdí la conciencia al hacerlo.
Aún tienes la tuya.
Lidera con el corazón, y quizás puedas salvar lo que yo no pude.

La habitación se volvió borrosa. Me sentí a la vez aterrorizada y extrañamente viva.

“Lo haré”, dije en voz baja; las palabras me sorprendieron incluso a mí.

Esa noche, estaba sentada en mi pequeño apartamento, rodeada de montones de documentos legales. Mi gato, Oliver, ronroneaba en mi regazo mientras mis pensamientos daban vueltas. ¿Cómo podía alguien como yo dirigir una corporación de veinte mil personas?

Entonces, la voz de Mark resonó en mi mente: Perteneces al pasado.

Ya no.

A la mañana siguiente, entré en Whitmore Industries como su nueva directora ejecutiva. La sala de juntas se quedó en silencio cuando entré: susurros, miradas cruzadas, incluso algunas sonrisas de los ejecutivos.

“Buenos días”, dije, forzando una sonrisa tranquila. “Comencemos”.

Y así comenzó mi transformación: de exesposa abandonada a una mujer a punto de reinventarse.

Pero entre esos rostros pulidos se encontraba uno que pronto se convertiría en mi mayor adversario.

Nathan Cole.

Leave a Comment