Todas compartieron un largo y emotivo abrazo.
Semanas después, Harper’s Diner reabrió bajo una nueva dirección. El letrero de afuera ahora decía: HARPER’S DINER – HOGAR DE FAMILIA
La gente venía no solo por la comida, sino por la historia de la camarera que se convirtió en madre y las huérfanas que volvieron a casa.
Emily encontró la alegría de nuevo: risas resonando en la cocina, calidez llenando cada asiento. Las chicas la visitaban constantemente. Rose se mudó de nuevo al pueblo. El restaurante prosperó.
Una tarde tranquila, Emily estaba de pie junto a la caja registradora, observando a las hermanas hablar y ayudar a limpiar las mesas, tal como lo hacían cuando eran niñas.
Grace la miró y sonrió. “Te lo dijimos”, dijo. “Siempre volveríamos”.
Emily puso su mano sobre su corazón. “Sí”, susurró. “Lo hicieron”.
Y por primera vez en mucho tiempo… supo que su vida había valido cada sacrificio.