Le di mi PIN. Pero luego hice algo de lo que no me arrepiento en absoluto 😱😨
Se fue inmediatamente, satisfecho, sin siquiera agradecerme. Cerré los ojos y esperé el mensaje del banco. En cuanto vi el cargo —casi todo mi sueldo se había destinado al nuevo teléfono de su madre—, me levanté, cogí el teléfono y llamé a la policía.
“Me robaron la tarjeta”, dije con calma. “El dinero fue debitado sin mi consentimiento. Sí, sé la dirección de la persona que lo hizo. Sí, estoy lista para dar una explicación”.
Unas horas después, detuvieron a mi suegra en su casa. El teléfono con el que le había comprado estaba en sus manos. La llevaron a la comisaría, donde intentó explicar con tono lastimero que “su hijo había dado su permiso”. Pero la tarjeta estaba registrada a mi nombre. El pago se realizó sin mi consentimiento. Legalmente, es un robo puro. Se enfrenta a una multa o responsabilidad penal.
Y mi marido… Mi marido llegó corriendo a casa furioso, gritando que le había arruinado la vida a su madre.
En silencio, recogí sus cosas, tiré su maleta por la puerta y le dije:
“Llevas tres años viviendo de mí. Ya basta. Ve a mantener a tu madre tú mismo”.
Y le cerré la puerta en las narices.