El silencio que siguió fue más fuerte que cualquier grito.
Mi padre bajó la mirada. Aaron dejó una caja a medio camino del porche. Mi madre empezó a murmurar algo sobre “solo unos días”, “solo hasta que encuentren algo”.
Pero ya era demasiado tarde.
Toda mi vida había girado en torno a complacerlos. Estudié lo que querían. Trabajé donde aprobarían. Les enviaba dinero cuando decían necesitarlo, aunque eso me dejara sin ahorros.
Pero aquella casa… era lo único que era verdaderamente mío.
Y no iba a permitir que me lo quitaran.
—Salgan de mi propiedad, ahora. —Cada palabra salió como una sentencia.
Mi padre abrió la boca para replicar, pero el sonido de una sirena en la distancia lo interrumpió.
No había llamado aún a la policía, pero alguien lo había hecho. Tal vez Mrs. Polk, al ver la escena.
En cuestión de minutos, un auto patrulla se detuvo frente a mi casa.
El oficial se acercó con cautela.
—¿Qué está pasando aquí?