La novia, con la voz entrecortada y temblando, dijo:
—“Tú y yo… ya no podemos seguir. Hoy no es un día de boda, es el día en que todo se derrumbó.”
El salón entero estalló en murmullos, teléfonos grabando la escena.
La mujer —la madre biológica— lloraba de rodillas, tomando la mano de su hijo:
—“Perdóname… Nunca quise que esto saliera a la luz… Pero él lo reveló… ya no puedo callar más.”
Yo quedé inmóvil, las lágrimas corriendo por mi rostro. No solo me dolía la traición, sino la certeza de que mi familia jamás volvería a ser la misma.
En ese instante, la música de boda que debía sonar como celebración… se convirtió en el réquiem de una familia destruida en el día que debía ser el más feliz.
Y solo pude susurrar, rota por dentro:
—“El mayor drama de mi vida… se reveló justo en el día en que mi hijo debía ser feliz.”