Las manchas de sangre pueden ser un poco difíciles de limpiar, pero todo lo que necesitas es un producto y algo de paciencia. Pon un poco de detergente en un paño húmedo y aplícalo sobre la mancha (sin frotar).
Después de unos 15 minutos, limpia el exceso de detergente con un paño completamente seco. Puede que no salga del todo la primera vez, pero con solo repetir este procedimiento una vez más la mancha desaparece por completo.