Divorciada, mi esposo me lanzó una vieja almohada con una mueca de desprecio. Cuando la abrí para lavarla, me quedé helada con lo que encontré dentro…
Héctor y yo estuvimos casados durante cinco años. Desde el primer día que me convertí en su esposa, me acostumbré a sus palabras frías y a sus miradas indiferentes. Héctor no era violento ni gritón, pero su apatía hacía que mi corazón se marchitara un poco más cada día. Después de la boda, vivimos en … Read more