El Papa Francisco no era sólo un pontífice. Era un pastor entre su rebaño, un hombre sencillo investido de una inmensa misión. Sus últimos días encarnan perfectamente su visión del mundo: cercanía, humildad, valentía.
Al recordarlo, es difícil no conmovernos ante tanta bondad y sencillez. Un último viaje en paz para un Papa que vivió y dejó este mundo como hombre entre los hombres.