Muchas personas tienen enfermedades sanguíneas o vasculares, las cuales los hacen más propensos a padecer de un derrame cerebral que los puede llevar incluso a la muerte.
Los anticoagulantes son fármacos que nos ayudan a tener una sangre “más diluida”, así evitamos las formaciones de coágulos que puedan predisponer la aparición de trombos que entaponen venas y arterias, logrando así provocar un infarto en cualquier área del cuerpo que deje consecuencias graves o provoque la muerte.