¡ABRE LA CAJA FUERTE Y 100 MILLONES DE DÓLARES SERÁN TUYOS!, bromeó el multimillonario, PERO LA POBRE CHICA LO SORPRENDIÓ…

Lo que encontró fue más allá de lo que imaginaba: un grupo de hombres bien vestidos rodeando una enorme caja fuerte, tratando sin éxito de abrirla. El sistema de seguridad electrónico de la caja era más avanzado de lo que cualquiera podría imaginar. Los hombres, expertos en su campo, no podían hacer nada para solucionar el problema. Entre ellos, había un hombre que parecía ser el líder: Fared Alzahara, un millonario que controlaba una de las mayores fortunas del Medio Oriente.

Harper observó en silencio, y algo dentro de ella se iluminó. Entendía lo que estaban intentando hacer. La caja fuerte, aunque compleja, no era invulnerable para alguien con su conocimiento. Así que, con la misma calma con la que había enfrentado su vida en las calles, se acercó a ellos.

El ruido de la puerta de la oficina abriéndose sorprendió a todos. Los seis pares de ojos se fijaron en ella, y en un instante, la habitación se llenó de tensión. “¿Cómo has llegado aquí?”, preguntó Fared, mirando a la pequeña con incredulidad. A lo que Harper, con voz firme y sin miedo, respondió: “Tengo hambre”.

Lo que ocurrió a continuación sorprendió a todos, incluso al propio Fared. En lugar de ser una niña común, Harper comenzó a explicar con una claridad desconcertante lo que estaba sucediendo con la caja fuerte. “El problema no está en el mecanismo de bloqueo. El sistema de encriptación está fallando porque hay un error en la secuencia temporal de la autenticación. Están intentando forzar una solución manual, cuando deberían reiniciar la secuencia”, dijo, sin dudar.

Los técnicos se miraron entre sí, incrédulos. ¿Cómo podía una niña sin hogar saber tanto sobre seguridad cibernética? “¿Y cómo sabes todo esto?”, preguntó uno de los expertos. “He leído mucho en las bibliotecas”, respondió Harper. “Y en los foros de internet. Cuando no tienes nada más, la tecnología es la mejor amiga que tienes”.

Fared, impresionado por la valentía y el conocimiento de la niña, se ofreció a darle lo que más deseaba a cambio de su ayuda. “Si abres esta caja fuerte, te daré 100 millones de dólares”, dijo, casi como una broma, sin creer realmente que ella pudiera hacerlo.

Pero Harper, con la misma serenidad con la que abordó su vida en las calles, aceptó el desafío. “Dame comida, y lo haré”, replicó con una sonrisa que sorprendió a todos. Aunque el ofrecimiento parecía surrealista, Fared, entretenido por la situación, aceptó.

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