Los labios no solo cumplen una función estética y comunicativa, también son un reflejo de lo que ocurre en nuestro organismo. Su color, textura y apariencia pueden ser señales tempranas de ciertos problemas de salud, y prestar atención a estos cambios puede ayudar a detectar afecciones de manera oportuna. Médicos y especialistas en salud suelen recomendar observarlos con regularidad, ya que muchas veces muestran alteraciones antes de que aparezcan síntomas más evidentes en otras partes del cuerpo.
Uno de los signos más frecuentes es la resequedad extrema. Si bien los labios agrietados suelen relacionarse con factores externos como el clima seco, el frío o la deshidratación, en algunos casos persistentes pueden indicar deficiencia de vitaminas del grupo B o problemas dermatológicos como la dermatitis atópica. Cuando esta condición no mejora con hidratación adecuada o bálsamos labiales, puede ser necesario acudir a un especialista.
Otro indicador importante es el cambio de color. Los labios muy pálidos pueden estar asociados a anemia, es decir, bajos niveles de hemoglobina en la sangre. En estos casos, el organismo no recibe suficiente oxígeno, lo que se manifiesta en la palidez de la piel y la mucosa labial. Por otro lado, unos labios con un tono azulado pueden ser señal de problemas circulatorios o insuficiencia respiratoria, ya que el oxígeno no se transporta correctamente a los tejidos. También, un color amarillento puede estar vinculado a trastornos hepáticos.
Las úlceras o llagas en los labios también son un signo de alerta. Aunque en muchos casos se trata de aftas relacionadas con el sistema inmunológico o el estrés, en otras ocasiones pueden ser causadas por virus como el herpes simple, que tiende a reaparecer en momentos de baja defensa del organismo. Cuando estas lesiones se presentan de forma recurrente, prolongada o muy dolorosa, es recomendable buscar atención médica para descartar complicaciones.