Debo reconocer que con el inicio de la temporada de verano me dejé llevar completamente por la finca y comencé a olvidarme de mí mismo. No diré que no tengo tiempo para cuidarme en absoluto, sino que lo pospongo todo por pereza. Y luego mi marido enfermó gravemente y todas las preocupaciones, incluido el jardín y los animales, recayeron sobre mis hombros.
Hace poco me miré los talones y me sorprendí. No me avergüenza mostrárselos.
¡Es imposible creer que una mujer así pueda tener algo así en una mujer que se cuida a sí misma! Si quieres criticarme, te entenderé, porque yo mismo me avergüenzo. Pero no puedo tomar mi situación como excusa.
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