¿Qué es la congestión nasal? La congestión nasal, comúnmente conocida como “nariz tapada”, ocurre cuando los tejidos nasales se inflaman debido a una infección, alergias, cambios climáticos o irritantes ambientales. Aunque suele considerarse un síntoma menor, su impacto en el bienestar general va mucho más allá de lo físico.
Lo que muchas personas desconocen es que esta molestia aparentemente inofensiva puede influir en funciones cognitivas, en el estado de ánimo y en la calidad del sueño, conectando directamente con el funcionamiento del cerebro.
Cómo la congestión nasal afecta al cerebro. El oxígeno que respiramos no solo es vital para nuestros pulmones, también lo es para nuestro cerebro. Cuando la nariz está congestionada, el flujo de aire se reduce, y eso significa menos oxigenación en todo el cuerpo, incluyendo al sistema nervioso central. Esto puede desencadenar una serie de efectos secundarios neurológicos que muchas veces pasamos por alto:
1. Disminución de la concentració Una menor oxigenación cerebral puede hacer que nos sintamos más lentos mentalmente. Las tareas cotidianas pueden volverse más difíciles y el nivel de atención disminuye notablemente.
2. Fatiga mental La congestión nasal interfiere con el sueño, provocando interrupciones constantes o incluso apnea del sueño en casos más graves. El resultado: un cerebro cansado, con menor capacidad para procesar información y tomar decisiones.
3. Cambios de humor. La falta de sueño y la incomodidad prolongada pueden alterar los niveles de neurotransmisores como la serotonina, influyendo directamente en el estado de ánimo. Es común sentirse irritable, ansioso o incluso levemente deprimido cuando la congestión persiste.
El papel del sistema olfativo Otro factor clave es la pérdida o disminución del sentido del olfato (anosmia o hiposmia), que muchas veces acompaña a la congestión nasal. Este sentido está directamente conectado al sistema límbico, una parte del cerebro involucrada en la memoria y las emociones.
Cuando se pierde la capacidad de oler, no solo disminuye el disfrute por la comida o el entorno, también puede afectarse la conexión emocional con recuerdos, personas o lugares, generando una sensación de desconexión sutil pero real.
¿Cómo mejorar la relación entre nariz y cerebro?