—Entra, mamá, te estábamos esperando —dijo su hijo Vitaly, y su nuera cogió su chaqueta y le entregó a su suegra sus zapatillas. De repente, la sonrisa en el rostro de Lida se transformó en una expresión de preocupación.
María entró en la habitación de los invitados y Lida asintió hacia el suelo. Vitaly siguió su mirada y notó lo mismo: huellas mojadas en el suelo. Intercambiaron miradas, pero decidieron no tocar el tema por ahora.
En la familia de Vitaly y Lida ocurrió un acontecimiento feliz: hace poco tuvieron gemelos. Los niños crecieron y decidieron reunir a sus más cercanos para celebrar este feliz acontecimiento.
María, que lleva varios años jubilada, trajo a sus nietos preciosos artículos de punto que ella misma hizo con sus propias manos. Ella no podía comprar nada en la tienda porque no tenía suficiente dinero. Por eso no quiso ir a visitarlo, diciendo que vendría en otra ocasión. Pero el hijo y la nuera insistieron: en un día así, la madre debía estar con la familia.