– ¡Mamá, te lo ruego, no te daré ni un centavo! – dije con firmeza mirándola

Nuestro padre falleció hace dos años. Era un hombre maravilloso, director de una gran empresa y propietario de varias tiendas. Hace siete años supimos que estaba gravemente enfermo. Al principio esperaban que el dinero ayudaría a curarlo. Gastamos una cantidad considerable de dinero, llevándolo incluso a Alemania. Pero al final los médicos dijeron que todos los esfuerzos fueron en vano.

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