La tostadora de pan, con su diseño minimalista y su funcionalidad práctica, fue una maravilla de su época. A diferencia de las tostadoras de pan plegables modernas que utilizamos hoy, estos aparatos se colocaban directamente sobre el quemador de la cocina. El pan se colocaba cuidadosamente en las rejillas de alambre y el calor de la cocina lo tostaba hasta conseguir un dorado perfecto. Muchos de nosotros recordaremos la ligera ansiedad de esperar a que la tostada estuviera en su punto, con la esperanza de que no se quemara, y la alegría de untar finalmente mantequilla sobre una rebanada de pan caliente y crujiente.